miércoles, 6 de abril de 2011

Giorgio Vasari, cinco siglos después


Piero della Francesca, Giotto, Perugino, Andrea del Sarto, Giulio Romano... son algunos de mis pintores favoritos de todas las épocas. Poder admirar sus murales y lienzos en Arezzo, Roma, Mantua o Florencia ha sido un motivo de felicidad renovada a lo largo de estos años. Por fin tengo en mis manos una sobresaliente edición de las “Vidas” de Vasari, el pintor, arquitecto y orfebre que a mediados del siglo XVI dedicó gran parte de sus esfuerzos a retratar a los artistas italianos, desde Cimabue a Miguel Ángel. Son semblanzas pródigas en leyendas, en mitos y fabulaciones, como aquellas biografías de mártires que circulaban en los catecismos de nuestra infancia. Pero constituyen, a la vez, una apasionada defensa de la entidad del artista como actor principal en la nueva sociedad del Renacimiento y el Manierismo frente al papel anónimo que tuvo en los gremios medievales.

Las “Vidas” de Vasari equivalían, siglos atrás, a un libro de cabecera para todos los amantes del arte pero en las últimas décadas estos textos pasaron a ser mucho más citados que leídos, como ocurre también con el “Tratado de la pintura” de Leonardo da Vinci. Ahora, quinientos años después del nacimiento del autor (Arezzo, 1511- Florencia 1574) merece la pena descubrir sus virtudes y defectos con la lectura que Cátedra ha preparado, la versión más completa y cuidada de cuantas existen en castellano.


Hoy lo contaba así en [Diario de Sevilla. 06-04-2011]

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